Mentiras contra el reciclaje

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Uno de nuestros blogs de referencia es Ecogallego. Y hoy precisamente habla sobre las mentiras contra el reciclaje. Nos ha encantado y queremos compartir con vosotros estos apuntes.

Separar los residuos que generamos en el hogar para facilitar la recogida selectiva y el posterior reciclaje de sus materiales es uno de los mejores gestos que podemos hacer a favor del medio ambiente y en contra del cambio climático.
Sin embargo, este acto de responsabilidad ambiental, esta contribución a la mejora del entorno absolutamente incuestionable, es demasiado a menudo puesto en duda por quienes buscan una excusa para no asumirlo, coartadas contra el compromiso. Vamos a examinar algunos de esos embustes.

“Reciclar no sirve de nada porque luego se mezcla todo”

Es una de las mentiras más propagadas. Resulta que detrás de nuestro gesto de separar (permítanme el apunte: nosotros no reciclamos, solo separamos) existe todo un sector industrial, el de los gestores de residuos que, desde las plantas de selección a las fábricas de material reciclado, realiza importantes inversiones para poder valorizar lo que nosotros seleccionamos en casa y echamos a los contenedores. Aquí no se pierde ninguna oportunidad. Nada se mezcla. Nuestra acción de separar es la primera en una carrera de relevos que permite recuperar los materiales separados para convertirlos de nuevo en materia prima y darles una nueva oportunidad de uso. Nuestro esfuerzo es fundamental. Todo lo que separamos correctamente es correctamente reciclado.  Más falsedades… 

“Nos deben pagar por reciclar como en otros países”

Nadie paga por separar en ningún país del mundo. Al contrario. El sistema de depósito en los contenedores selectivos (azul, verde y amarillo), el más utilizado en todo el mundo, es gratuito para el consumidor y no requiere el pago de una tasa previa por gestionar un residuo. Existen sistemas de devolución que afectan solo al 1% de los residuos (los envases más preciados por la industria) que si que exigen el desembolso de una cantidad de dinero por parte del consumidor que luego puede recuperar si el envase vacío es devuelto al punto de venta. Pero insisto: nadie cobra por reciclar.

Separar los residuos en el hogar es un gesto desinteresado que, como el resto de los que llevamos a cabo desde la educación y el respeto a las normas de convivencia, debe formar parte del código de conducta del ciudadano del siglo XXI. A nadie se le paga por detenerse ante un semáforo en rojo, por ceder el asiento del metro a una persona que lo necesite más que nosotros o por respetar la cola del pan. El civismo es una actitud de responsabilidad, no un gesto interesado, y reciclar es una muestra más de civismo.

“Con mi esfuerzo se enriquecen los que se dedican a reciclar”

Falso. Los sistemas integrados de gestión (SIG) son, porque así lo manda la ley, sociedades sin ánimo de lucro. No obtienen beneficio alguno. Su misión es promover el reciclado de los envases vacíos y de los residuos de envases que se colocan en el mercado. Creados al amparo de la Ley de Envases, los SIG son el mecanismo elegido para que las empresas envasadoras cumplan la normativa medioambiental que les obliga a hacer posible el reciclado de los envases que contienen sus productos cuando finaliza su vida útil.
Las cuentas son auditadas e inspeccionadas para que se cumpla esa condición legal. Todo lo que se recauda mediante la tasa de reciclado (el símbolo del punto verde que aparece en las etiquetas) se destina a promover la participación ciudadana en la recogida selectiva, hacerla posible y garantizar que los residuos depositados en los contenedores van a reciclaje. Las empresas envasadoras tampoco se benefician del reciclaje sino todo lo contrario: pagan para que sea posible.

“Reciclar destruye empleo”

Es exactamente lo contrario. La industria de la recuperación y el reciclado de los residuos domésticos que antes acumulábamos en los vertederos no solo genera importantes beneficios para el medio ambiente, sino que es uno de los principales yacimientos de empleo de la denominada “economía verde”. Pero es que hay más.
He sido testigo directo de cómo gracias a la formación en cursos de gestión de residuos muchas personas con serios problemas de inserción social y por descontado laboral han conseguido un contrato fijo en una empresa del sector. Por eso me duele especialmente esta mentira, porque además de calumniosa es tremendamente injusta.

Miren, llevo más de 20 años dedicando buena parte de mi labor como divulgador ambiental a promover la participación ciudadana en la recogida selectiva de residuos. He dedicado a este tema muchas horas de radio y de televisión, decenas de artículos en periódicos, revistas y blogs, varios libros e infinidad de conferencias. He colaborado y colaboro con numerosas instituciones educativas, fundaciones culturales, administraciones y SIG’s para promover la cultura del reciclaje en nuestra sociedad.

Tenemos un modelo que funciona, con sus carencias y sus errores, pero que nos ha permitido situarnos en unas tasas de reciclado que superan a la media europea. Lo estamos haciendo fenomenal, y estoy plenamente convencido de que en los próximos años vamos a hacerlo todavía mejor. No sé si mis palabras les habrán transmitido confianza pero les aseguro que mi único afán como divulgador ambiental es el de aportar mi granito de arena para que todos juntos podamos vivir mejor en un planeta mejor. Y reciclar es un buen propósito para conseguirlo.

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